Carlos Rivas
Desde el año 2007 cuando comenzó la actual crisis económica mundial cuya raíz profunda es el agotamiento de las fuentes de hidrocarburos y que se manifestó con la explotación de las burbujas inmobiliarias junto a la especulación con derivados y bursátil, la crisis ha tenido tres grandes fases. La primera fue el crack bancario-industrial privado (Lehman Brothers, General Motors, etc.). La segunda fue la respuesta internacional de los distintos gobiernos de bajar las tasas de interés, imprimir dinero y expandir el crédito para salvar a la banca en su conjunto de su quiebra. Así, el salvataje de la banca se logró a costas de generar importantes déficits fiscales que fueron financiados con descomunales emisiones de bonos públicos. Es decir, por aumentos de la deuda externa. El resultado fue el pasaje del crack privado al público: Islandia, países bálticos, Dubai, Irlanda, Grecia y en capilla España, Portugal e Italia…por ahora. Tercer acto: como en última instancia el valor de fondo de una moneda es lo que exporta y la cotización de corto plazo es el flujo y reflujo de capitales en el país, el crack público y privado generó una crisis internacional de tal envergadura que para aumentar sus exportaciones todos los países recurrieron a medidas abiertas o encubiertas para devaluar sus monedas, acompañadas de una importante especulación monetaria. La crisis trocó entonces en crisis monetaria. Llegó en consecuencia la hora del cinismo: los políticos al servicio de la banca han decretado el ajuste bajo el pretexto de que “los gobiernos anteriores habían gastado en forma excesiva” o “que se ha estado viviendo por encima de las posibilidades”, sin aclarar que los “gastos excesivos” fueron justamente el dinero dado a los banqueros y que son precisamente éstos quienes viven por encima de las posibilidades de cualquier país, sus empleados han decretado el ajuste.
Sin embargo llegamos a un interesante punto de inflexión, ya que estos ajustes son absolutamente inútiles para resolver la actual crisis. En efecto, históricamente el capitalismo ha salido de sus crisis periódicas a través de quiebras empresarias que, al destruir fuerzas productivas, actuaban como liberadoras de espacio para los nuevos productores y los que subsistían, y además, mediante el despido de trabajadores y las rebajas de sus salarios lograban elevar la productividad y la ganancia de las empresas.
Pero eso se reveló insuficiente cuando las crisis eran de envergadura, como la Primer Depresión de fines del siglo XIX o la Gran Depresión que estalló en 1929.En tales casos, la salida fue la guerra. La Primer Depresión fue acompañada por furibundas guerras colonialistas en África y Asia que como no le alcanzaron a los trusts de aquella época para repartirse satisfactoriamente los mercados, llevaron a buena parte de la humanidad a la Primer Guerra Mundial. La Gran Depresión terminó en la 2da Guerra Mundial.
¿Y ahora?¿Acaso no basta con el actual ajustazo para que se recomponga rápidamente el virtuoso ciclo económico? No. Porque estos ajustes, si bien son feroces sobre las espaldas de sus respectivos pueblos, no resuelven el problema central: el fabuloso incremento de los déficits fiscales para salvar a los bancos de su quiebra y el estratosférico nivel a que han llegado las deudas externas de esos países para financiar esos déficits.
Una Deuda Impagable
El núcleo del mercado de la deuda pública son los bonos de 10 años de duración. Esto significa que el grueso de la deuda externa de los distintos países se renueven en torno y dentro de ese plazo. Así el grueso de la deuda de Japón, Alemania y Francia está concentrada en torno a los 7 años. Otros tienen más serios problemas aún. Tal el caso de Estados Unidos cuya deuda mayoritaria y peligrosamente se ubica en torno a los 5 años o la de España que en este año le vencen nada más ni nada menos que casi el 18% de su deuda externa pública total, frente al 12% que le vence a Grecia y su deuda “semireestructurada-semidefaulteada”.
En consecuencia, si tomamos el rendimiento de los Bonos, vemos como el rendimiento del bono va subiendo desde Japón con el bono más barato (1,25%) de la lista hasta llegar al de Grecia (5,11%) que es el más caro. Esta radiografía nos permite ver, hoy, a quien le cuesta más y a quien menos manejar su deuda externa. La capacidad de pagar un bono por un país reside en el fondo, en su capacidad de generar riqueza, recaudar impuestos, tener bajo endeudamiento y que no esté concentrado en pocos años. Bajo esta óptica, al analizar a los países claves se evidencia que su capacidad de repago -exceptuando a China y Alemania- es imposible de lograr. Sus deudas son impagables.
El actual ajuste europeo de sacar la ayuda por hijo, bajar el costo de despido, ampliar los contratos temporales, bajar los salarios a empleados públicos y aumentar la edad para jubilarse no cierra. Financieramente es un cuento: el ratio de los intereses a pagar es mayor que el ratio del ajuste. Dejemos el caso testigo de Grecia, con la mayor deuda pública y mayor déficit fiscal de Europa, donde hasta el presidente del Deutsche Bank dice que “probablemente tendrá que reestructurar su deuda”. Vayamos a la otra punta de Europa. Vayamos a Inglaterra que tiene el mejor perfil de vencimientos, cuyo promedio es de 13 años. Pues bien, con un déficit fiscal de 156.000 millones de libras (y que podría ser mayor) que es el equivalente al 11% del PBI tiene que abonar en los próximos cinco años 70.000 millones de libras de intereses! como ha dicho públicamente su primer ministro. Esto solo en intereses, y teniendo presente que el rendimiento de los bonos es del 3,58%, implica que habrá que renovar alrededor del equivalente a más de 2,5 billones de dólares!!!
O sea que en los próximos cinco años tiene un flujo de vencimientos peor que el de España. Hoy el ajuste es de 6.200 millones de libras. Nada frente a los 70.000 millones de libras de intereses. Pues bien, aún llevando el ajuste a la faraónica suma de 70.000 millones de libras en cinco años, para el 2015 debería el mismo capital que hoy.
Es evidente que se va a una moratoria generalizada de las deudas. Así son impagables.
Ahí está el ejemplo de Hungría, rápidamente callado por el mundo financiero ya que pondría en evidencia lo que se está diciendo en esta página.
En el 2006 su déficit fiscal era del 9,3% del PBI, en el 2008 para evitar su default, Hungría recibió un préstamo de 24.000 millones de dólares. Pues bien, ajuste tras ajuste oficialmente su deuda externa hoy con el 80% del PBI es similar a la de Portugal (86%) y con un déficit fiscal supuestamente del 4% denunciado como falso por las nuevas autoridades húngaras un día y que se estaba a punto de quebrar.
Cosa desmentido al otro día, frente a un mercado de bonos mundial aterrado ante el anuncio de su quiebra. Independientemente de si quebró o está al borde, lo realmente importante es que Hungría ha dejado al desnudo lo evidente: su ajuste no funcionó. Está igual o peor que antes del ajuste. Y esto sucede en momentos que nos encontramos internacionalmente con las tasas de interés más bajas de los últimos tiempos.
¡Con tasas centrales del 0,1 % en Japón, 0,25% en USA, o 1% en Europa!
De esta manera si el interés volviera a tasas no altas, a tasas bajas como antes de la crisis del 4-5%, la tasa de interés sería entre un 400 y un 500% superior a la actual. En ese caso la Gran Crisis de 1929-33 que terminó en la 2da Guerra Mundial sería una nimiedad al lado de lo que sucedería. Empero no es necesario tanto para llegar a un embudo como hacia el que va la economía mundial. Hoy, la tasa de rendimientoanual de los Bonos es superior a la tasa de crecimiento de la economía y de la tasa del ajuste, y éste al generar más recesión-deflación determina que habrá menos dinero para poder pagar aún.
Encima, el rendimiento que están teniendo los bonos de deuda pública se están acercando a los de la deuda privada, con lo que las deudas estatales están absorbiendo el crédito mundial, dejando a las empresas privadas sin crédito. El pequeño detalle es que las deudas privadas como promedio, duplican a las públicas en los países desarrollados.
Por un lado desde lo fiscal, como dicen sus mismas autoridades, mantendrá los próximos 9 años un déficit de 9 billones de dólares. Un billón por año.
El déficit actual es de 1,6 billones. No queda claro que este pronóstico se cumpla, puesto que en sólo dos años, no más, la deuda pública estadounidense habrá superado el PBI y prácticamente en los próximos 5 años tiene que refinanciar 7 billones de dólares, algo más del 50% de su deuda total...
¿Quién podrá financiar 5.300 millones de dólares por cada día laborable?
Antes del año 2009 todos los países del mundo suscribían sin chistar todas las emisiones de deuda norteamericana, pero como en ese año USA cuadruplicó su emisión en relación al 2008, China, Rusia e India redujeron sus tenencias de esa deuda y compraron oro con el recorte de deuda. A su vez, de los 7 u 8 billones de dólares que constituyen todas las reservas mundiales de dinero, China tiene unos 2,5 billones y le sigue Japón con 1: aunque milagrosamente, ambas potencias asiáticas decidieran invertir todas sus reservas en Estados Unidos. Apenas lograrían cubrir con esa inmensa fortuna la mitad de la deuda que le vence a USA en los próximos cinco años. Dado que África y América Latina están excluidas para jugar un papel en este ámbito, y que Europa en pleno ajuste está muy limitada, sólo quedan tres actores capaces de financiar el déficit de Estados Unidos: los especulativos Hedge Funds, los Bancos de Inversión y otros similares más Oriente. Pero el apoyo de los hedge funds y los bancos a los Estados es un verdadero abrazo del oso, como ha quedado demostrado, por ejemplo, con las experiencias de George Soros con Inglaterra y otros países, o la de Goldman Sachs con Grecia, o el ensañamiento que todos ellos practican actualmente. Así, las nuevas víctimas pueden ser encabezadas mañana por Estados Unidos.
Queda el tercer actor, Oriente, pero paradójicamente, el meridiano de la crisis en breve se trasladará de Europa al este asiático.
Japón y China
Desde 1988 Japón logró financiar su déficit fiscal vía deuda externa a tasas bajísimas, incluso al cero, pero ello implicó:
•llevar su deuda externa a límites inmanejables;
•mantener una economía en deflación constante,
•continuos cambios de jefe de gobierno.
Al respecto lleva 6 Jefes de Gobierno en menos de cuatro años (Junichiro Koizumi, Shinzo Abe, Yasuo Fukuda, Taro Aso, Yukio Hatoyama y ahora Naoto Kan).
Es decir que, la fórmula japonesa de aumentar la deuda pública como mecanismo de financiar los constantes déficits presupuestarios apostando al incremento de las exportaciones para resolver el estancamiento, ha fracasado.
Las exportaciones no lograron sanear la economía. Ni ayer cuando todo era coser y cantar en el mercado mundial, ni menos hoy cuando la crisis internacional que empieza a perfilarse como depresión achica los mercados compradores.
En síntesis, Japón no puede simultáneamente hacer frente a su descomunal deuda externa pública y estimular su economía.
Japón viene haciendo algo que fue muy común bajo la convertibilidad argentina: en vez de emitir moneda emitió bonos. Pero ya no puede seguir así.
El nerviosismo en la clase dirigente que queda evidenciado en el cambio de Jefes de Gobierno no es otro que, en breve, la deuda externa dejará de estar en manos japonesas. Es decir, la deuda externa dejará de estar en las manos de los grandes conglomerados japoneses, los viejos zaibatsu (grupo de empresas de gran magnitud, con participaciones cruzadas en su accionariado y presencia en casi todos los sectores de la economía) (Mitsui, Mitsubishi, Sumitomo, Sawa, Fuyo, etc) reciclados en keiretsu (coalición de empresas con un núcleo central de fuerte poder financiero y de desarrollo de negocios, rodeado de un conjunto de organizaciones menores que gozan de mucha autonomía y hasta no pueden pertenecer a una misma sociedad) pasará a depender del mercado mundial para financiarla. Las corporaciones japonesas convertían la deuda pública en una suerte de deuda interna: el país se endeudaba en yens al 1,25% e invertía sus reservas en bonos norteamericanos que pagaban el 3,26% en dólares. Pero ahora no será posible pagar tan solo el 1,25% de interés por una deuda que duplica su PBI y está concentrada en 7 años. La cuestión entonces no es si Japón podrá ayudar a EEUU, sino quien y a qué precio comprará deuda japonesa.
China en cambio, con reservas por 2,5 billones de us$ y un déficit fiscal de 3,5% del PBI el estado chino no siente la presión de los mercados internacionales puesto que, debido a su gigantesco ahorro interno (40% del PBI), tiene poca necesidad de buscar financiamiento externo, ese es el problema de muchas multinacionales radicadas allí, pero no de la nación China.
Por ahora –más hacia delante será otro cantar- sus problemas son otros.
Luego de que en el primer trimestre del 2009 la economía china se hundiera, la política fiscal proactiva y la monetaria súper expansiva fueron los mecanismos que utilizó para sortear la crisis que se le venía encima al caerse sus exportaciones por la recesión mundial. Así entre el 2009 y el 2010 China ha ampliado el crédito inyectando la descomunal cifra de 2,4 billones de dólares. Con lo cual, el estímulo a su economía ha sido de un 50% de su PBI. Como es conocido buena parte de ese dinero fue a parar a la especulación bursátil-inmobiliaria generando una burbuja que el gobierno está tratando de evitar que explote. (1)
Por un lado con un aumento del encaje bancario, o sea del porcentaje de los depósitos bancarios que los bancos no pueden prestar y de esa manera sacando liquidez del mercado. Cosa que ya hizo tres veces en lo que va del año Por otra parte, se aumentaron los requisitos para comprar una segunda vivienda, se aumentaron los intereses de esas operaciones y se restringió el crédito, ahora, a las constructoras. Empero la especulación sigue. Los otros dos problemas son, por un lado la conflictividad social en ascenso y por el otro la sobreproducción que tiene en determinados sectores industriales.
Las huelgas, manifestaciones y otros conflictos actuales son el resultado de la creciente brecha en los ingresos. Por un lado la existente entre los ingresos del voluminoso campesinado que aún significa el 40% de la población, y los trabajadores urbanos. Por el otro, la de pobres y ricos, donde el 10 por ciento de los chinos más ricos percibían 23 veces más que el 10 por ciento más pobre en 2007, lo que implica que la brechase se agrandó 7,3 veces más que en 1988. (2)
Por último, agotado el mecanismo de seguir inyectando crédito, el impacto del estímulo estatal se acabará antes de que la inversión del sector privado pueda reemplazarlo por completo. La razón central de ello reside en que la inversión hecha por el gobierno en activos fijos, que permitió compensar la reducción de las exportaciones, significó también agregar una capacidad excesiva de producción en el sector industrial. De tal forma que se encuentra pendiente de resolución, la sobreproducción en acero, aluminio, vidrio, químico, construcción de barcos y extracción de aceite de soja. (3)
Y es evidente que en la medida que la burbuja inmobiliaria se reduzca o estalle, la sobreproducción en las ramas del acero, aluminio, vidrio y otras aumentará más aún. En consecuencia, dado que el ajuste de Europa significa menos exportaciones para China, las posibilidades de reactivar van por el mercado interno hacia donde tendrá que volcar sus reservas. Con lo cual, entre la burbuja inmobiliaria, la caída de las exportaciones, el conflicto social-político en aumento y la sobreproducción industrial, China más que ayudar a comprar deuda norteamericana, deberá enjugar sus reservas para resolver la crisis que tiene a sus puertas.
El futuro próximo
¿Hacia dónde va la crisis? En primer lugar, a una reestructuración, moratorias y defaults abiertos o encubiertos de la deuda externa de los países desarrollados. En segundo término a rupturas de las zonas monetarias, y como tercer aspecto a un nuevo sistema monetario basado en el patrón oro. La dinámica del capital financiero es la misma en lo social, económico, político o militar: dividir por abajo y controlar centralizando por arriba.
Esto implica que puede que el mercado mundial se fragmente más de lo que está, por ejemplo en Europa con la salida de algunos países de la zona euro o por las guerras neocoloniales en ciernes. Pero esto no implicará más que una regionalización aparente del mercado mundial.
La Gran Depresión de los años treinta estuvo acompañada de la creación de zonas monetarias bien definidas como la de la libra esterlina o la del dólar.
Esta existencia de varios patrones monetarios que reinaban en sus respectivas zonas y sin posibilidad de su convertibilidad en la de otra moneda no será posible en forma constante hacia el futuro. Quizás un breve lapso, pero no más.
El dólar, el yuan, el yen y el euro necesitan ser convertibles rápidamente porque esa es la imperiosa necesidad de las filiales de las 1000 multinacionales (banca e industria) que manejan el mundo. Necesidad inmanente a la división del trabajo intraindustrial de una misma empresa o contable-cambiaria de un mismo banco entre sus sucursales.
Esta convertibilidad entre las grandes monedas en momentos de un mundo multipolar como el actual de crisis monetaria internacional, donde las devaluaciones se suceden unas a las otras en forma intermitente, donde el vuelo a la calidad de los bonos de USA tiene patas cortas, donde en forma inédita aumentan las tasas de rendimiento de los bonos, y el precio del oro con deflación en vez de bajar, sube, tiene una sola salida, más tarde o más temprano. Y esa salida es una vuelta al patrón oro más o menos camuflada en distintas variantes. Sea en forma directa donde c/u de esas monedas equivale a X gramos de oro, sea en forma de Derechos Especiales de Giro respaldados en oro, u otras variantes.
A valor constante desde los años ochenta, una onza de oro tendría que estar costando unos 2.200 dólares frente a los actuales 1200.
Notas
(1) Sobre el mecanismo de esta especulación Ver Le Monde Diplomatique Septiembre 2009
(2) Pueblo en Línea 28/5/2010
(3) (Xinhua 25/4/2010)
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